martes, 30 de noviembre de 2010

Artículo de opinión de los Océanos

Para la mayoría de los humanos la idea de que podríamos cambiar en forma irreversible los vastos e impenetrables océanos, podría parecer ridícula. Sin embargo, la posibilidad de agotar su riqueza biológica, no solamente es concebible; está sucediendo. Esto no es todo: también estamos alterando la composición química de los océanos con gases de efecto invernadero, escorrentías agrícolas y contaminación. Literalmente, la humanidad se esta comiendo los océanos. La población pesquera proyectada ha colapsado impactando el ecosistema, a todo nivel. De acuerdo con el experto marino, Jeremy Jackson, en 60 años, grandes peces depredadores, incluyendo el atún, el salmón, el bacalao, el pez espada y la raya, han disminuído en el 90%. Los tiburones no lo están pasando mejor. Capturados mediante pesca por accidente, son muy perseguidos para la” sopa de aleta de tiburón”; esta población se ha disminuído aún más rápido que la de los peces populares. En el norte del Atlántico, ésta disminuyó el 75 %, en solamente 15 años. Sin embargo, no son solamente los peces; debido a la explotación, no sostenible, las ostras han sufrido una pérdida del 91% a nivel mundial. Un estudio del año 2006, publicado en la revista Science pronosticó que en el 2.050 - si la comercialización continúa igual- el océano podría ser despojado de todas las especies probables. A pesar de estas advertencias, se han hecho muy pocos cambios. En forma injusta, la pérdida de estas especies también afecta a los pobres del mundo, quienes dependen de los peces y de otros alimentos marinos como base importante de proteínas y de recursos económicos.
No son solamente los peces que atrapamos. Con cada especie marina capturada, otras son exterminadas por la pesca accidental. Cualquier especie muerta, en la red o en caña de pescar, tales como: aves marinas, tortugas marinas, tiburones, focas y aún las ballenas, afrontan muertes terribles por parte de las industrias. De hecho, muchas especies están amenazadas por la captura por accidente, al igual que por la que se hace en forma programada.
Sin tener en cuenta lo vacíos que están nuestros océanos, la demanda mundial por la comida de mar aumenta cada día. De igual forma, está claro que los organismos internacionales y los gobiernos están poco dispuestos a implementar normas en los sitios que requieren sostenibilidad. El cartel de sobrexplotación de la pesca y el atún de aleta azul, es el principal ejemplo de cómo algunos gobiernos e industrias intransigentes, a pesar de afrontar la extinción, eligen tener ganancias a corto plazo.
No solamente estamos impactando los océanos con la sobreexplotación; sino con nuestro desperdicio. En el Océano Pacífico existe una isla: ésta no fue formada por un proceso geológico; sino por unas pocas décadas de acumulación de plástico. Con un tamaño de más del doble del tamaño de Texas, esta isla flotante de desechos está conformada casi en su totalidad por desperdicios de plástico antropogénico. La iniciativa de lanzar plástico al mar ha diezmado los océanos en una forma difícil de comprender.
No solamente una serie de especies marinas, como las Tortugas y los pájaros mueren por el consumo de plástico; sino que una reciente investigación muestra que el plástico, supuestamente indestructible, rápidamente deteriora el océano, cuando al caer dispersa toxinas en una gran extensión.
Además de amenazar las especies, la contaminación ha alterado la composición química de los océanos, dando lugar a más de 400 “zonas muertas “identificadas , que ocasionan una extensa decoloración de muchos de los corales de los arrecifes del mundo. Los nutrientes contaminados de los fertilizantes, desechos industriales, estiércol de ganado y desechos residuales, permiten que las algas florezcan masivamente, anualmente, en algunas partes del océano. Éstas son dañadas por una bacteria; un proceso que priva a la región de oxígeno, dando como resultado a la tan llamada “zona muerta”, donde muy pocos sobreviven, incluso, las medusas y los microbios. De acuerdo con un estudio publicado en Science desde 1960, la presencia de zonas muertas se duplica cada diez años.
Al mismo tiempo, debido a nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, los océanos se han visto forzados a emitir más gas carbónico. Esto ocasiona la disminución del pH (potencial de hidrógeno) de los mismos, por ejemplo, éstos comienzan a ser más ácidos y amenazan la mayor parte de la diversidad del mundo marino: los corales de los arrecifes. Al debilitar la composición de la estructura de los corales - en algunas oportunidades y recurriendo a la ética- los científicos estiman que esa acidez, ocasionada por las emisiones de carbono, puede ascender 100 veces más rápido que nunca, durante los últimos 20 millones de años; estropeando probablemente el ecosistema de corales a nivel mundial. Las especies que producen conchas y revestimientos también están amenazadas por la acidificación, debido a la reducción del carbonato de calcio en el agua, el cual se necesita para conformar sus conchas. Sin embargo, este es un tema directamente relacionado con las emisiones de carbono, que en parte, el público ignora y los principales medios de comunicación rara vez profundizan.
Inclusive, los océanos reciben menos respeto que la fauna del planeta. A pesar de nuestro amor por los delfines, las ballenas y la comida de mar, fallamos al garantizar un futuro, tanto a las especies grandes, como a las pequeñas del océano, al igual que al consumo mundial de los alimentos de mar. No obstante, los gobiernos están más del lado de los intereses económicos, a corto plazo, que de un manejo sostenible, permitiendo que la industria pesquera se quiebre; en vez de simplemente reglamentar la sobreexplotación. Adicionalmente, existen problemas tales como la contaminación del plástico, las zonas muertas y la acidificación, que han sido ignorados por largo tiempo y que dejan a las futuras generaciones ante una monstruosa falta de limpieza, si es que alguna vez desean ver nuevamente océanos hermosos y productivos.




Este artículo habla sobre la contaminación en los océanos, la estinción de muchas especies marinas y sobre el plástico que se desecha al océano y el daño que le hace a él y a los animales que viven en él.

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